Después de mucho tiempo llegue por casualidad al colegio (Champagnat) donde estudie parte de la primaria y secundaria (Estaba de festividad: el Bingo – recuentro de todos los años). Físicamente sigue igual, quizá mas gastado por el uso y desencuentro del los pupilos de Marcelino. Tuve el reparo de toparme con ex compañeros, mas entrados en años, algunos menos tontos. Supongo que el tiempo no pasa en vano y algunos de ellos los haya perfilado de lo lúdico a la relativa madurez. Los encontré sospechosamente muy amables y quizá hasta nostálgicos. Solo bastaba mira el piso y observar botellas vacías que alguna vez contuvieron el néctar que nos gusta, para que negar. Abrazos van y vienen, apretones de mano, y siempre la típica y odiosa pregunta que define a veces como te verán a partir en delante de la reunión o en sus memorias algo embriagadas por la cerveza. No sé si tenía suerte, pero tuve algo que responder. Sonrieron ante mi respuesta y las expresiones cambiaron a ser más afables.
Ya estamos entrados en años, algunos de nosotros un poco deformados por los desordenes y por el tiempo (panzas abultas y la incipiente caída del cabello) y otros muy pocos por cierto tienen aun la apariencia colegial, claro no faltan los padres de familia. Fue agradable ver algunos de ellos, porque mi estadía con los compañeros fue corta (estaba con mi familia, entiéndase padres, hermanas y sobrinos) y se limito a nos vasos con cervezas, unas sonrisas, algunas palabras, y sobre todo mucha nostalgia de una niñez-pubertad ya extraviada en algún lugar de nuestro recuerdo.
Me despedí de ellos insistieron en que me quede, no podía; estaba manejando. Además ya había bebido como para sentir el inicio de los efectos que produce el beber cerveza, Salí con la familia y había que regresar a casa sana y salva, claro ellos, porque yo ya estaba dispuesto a seguir en algún guarique de medio pelo.
Ya estamos entrados en años, algunos de nosotros un poco deformados por los desordenes y por el tiempo (panzas abultas y la incipiente caída del cabello) y otros muy pocos por cierto tienen aun la apariencia colegial, claro no faltan los padres de familia. Fue agradable ver algunos de ellos, porque mi estadía con los compañeros fue corta (estaba con mi familia, entiéndase padres, hermanas y sobrinos) y se limito a nos vasos con cervezas, unas sonrisas, algunas palabras, y sobre todo mucha nostalgia de una niñez-pubertad ya extraviada en algún lugar de nuestro recuerdo.
Me despedí de ellos insistieron en que me quede, no podía; estaba manejando. Además ya había bebido como para sentir el inicio de los efectos que produce el beber cerveza, Salí con la familia y había que regresar a casa sana y salva, claro ellos, porque yo ya estaba dispuesto a seguir en algún guarique de medio pelo.
